STS, 2 de Julio de 2000

PonenteFERNANDEZ LOPEZ, ARTURO
ECLIES:TS:2000:5408
Número de Recurso3068/1999
Procedimiento01
Fecha de Resolución 2 de Julio de 2000
EmisorTribunal Supremo - Sala Cuarta, de lo Social

Vistos los presentes autos pendientes ante esta Sala en virtud de recurso de casación para la unificación de doctrina interpuesto por el Letrado D. M.A.G., en nombre y representación de Dª M.F.D., contra la sentencia de la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, sede en Valladolid de 6 de julio de 1999, que resolvió el recurso de suplicación interpuesto por el Abogado del Estado contra la sentencia del Juzgado de lo Social nº 2 de Ponferrada de 9 de marzo de 1999, en autos promovidos por Dª M.F.D., contra la Administración del Estado, Ministerio de Educación y Cultura, representado por el Abogado del Estado y el Obispado de Astorga.

Se ha personado ante esta Sala en concepto, de recurrido, el Abogado del Estado.

ANTECEDENTES DE HECHO

PRIMERO.- Con fecha 13 de julio de 1999 la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, con sede en Valladolid, dictó sentencia, cuya parte dispositiva es del tenor literal siguiente:

"FALLAMOS: Que estimando el recurso de suplicación interpuesto por la Administración del Estado (Ministerio de Educación y Cultura), contra la sentencia dictada por el Juzgado de lo Social número dos de los de Ponferrada, recaída el día nueve de marzo de mil novecientos noventa y nueve, en autos seguidos a instancia de Dª M.F.D. contra la recurrente y el Obispado de Astorga, revocamos parcialmente el pronunciamiento combatido y absolvemos a la recurrente".

SEGUNDO.- La sentencia de instancia dictada el 9 de marzo de 1998 por el Juzgado de lo Social núm. 2 de los de Ponferrada, contenía los siguientes hechos probados: "1. La actora viene prestando servicios como profesora de Religión y Moral Católica, en el centro público de Campo de los Judios y Navaliegos de Ponferrada, desde el 1 de septiembre de 1994, con una jornada laboral de 25 horas semanales.- 2. En virtud de los Acuerdos entre el Estado Español y la Santa Sede, es designada por la autoridad académica entre las personas que el Ordinario diocesano proponga para ejercer la enseñanza.- 3. A la actora se le abona su retribución a razón de 3.317 pesetas mensuales por cada hora mensual trabajada, lo que supuso para la jornada completa de 25 horas, la cantidad de 82.525 pesetas mensuales en 1996, y la de 86.725 pesetas a razón de 3.469 pesetas diarias para 1997.-

4. En relación con los profesores de otras asignaturas, en Educación Primaria y Preescolar, la actora ha percibido como profesora de religión 4.617 pesetas menos que aquellos por cada hora semanal trabajada en el año 1996 y 5.800 pesetas menos para el año 1997, por lo que reclama las diferencias correspondientes al periodo comprendido entre diciembre de 1996 y noviembre de 1997, la cantidad de 1.710.320 pesetas.- 5. La actora a diferencia de las demás profesoras del mismo centro docente, no está dada de alta en el Régimen General como trabajadora por cuenta ajena.- 6. Las retribuciones percibidas por la parte actora son a cargo de los Fondos del Estado, siendo la Diócesis mera pagadora. La parte actora forma parte del claustro de profesores.- 7. Agotada la vía previa se presentó demanda el 20-3-98.- La actora presentó reclamación previa el 29-12-98":

La parte dispositiva de esta sentencia dice: "FALLO. Que desestimando las excepciones invocadas por el Ministerio de Educación y Cultura, y estimando la demanda, debo declarar y declaro que la relación que une a la demandante con el Ministerio de Educación y Cultura es de carácter laboral, condenando a éste a estar y pasar por tal declaración y a que le de alta en el Régimen General de la Seguridad Social, como trabajadora por cuenta ajena y a que, por las diferencias retributivas reclamadas, abone a la actora la cantidad de un millón setecientas diez mil trescientas veinte pesetas (1.710.320 pesetas). Debiendo absolver al Obispado de Astorga de las pretensiones contra él deducidas en este pleito".

TERCERO.- El Letrado D. M.A.G., en nombre y representación de Dª M.F.D., preparó recurso de casación para la unificación de doctrina contra meritada sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, sede de Valladolid y, emplazadas las partes, y remitidos los autos, formalizó en tiempo y forma el trámite de interposición del presente recurso. En primer lugar, señala y aporta como sentencia contradictoria con la hoy impugnada la dictada por la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Madrid el 7 de abril de 1998; a continuación aduce como preceptos infringidos los siguientes: infracción de los artículos 1.1 y 2 del Estatuto de los Trabajadores, en relación con los artículos II, III y VII del Acuerdo entren el Estado Español y la Santa Sede sobre Enseñanza y Asuntos Culturales. Razonando, por último, lo que estima oportuno sobre el quebranto producido en la unificación de la interpretación del derecho y la formación de la jurisprudencia.

CUARTO.- Evacuado el traslado conferido; por el Ministerio Fiscal emitió informe en el sentido de considerar PROCEDENTE el recurso. E instruido el Excmo. Sr. Magistrado P., se declararon conclusos los autos, señalándose para la votación y fallo el día 28 de junio de 2000, en el que tuvo lugar.

FUNDAMENTOS DE DERECHO

PRIMERO.- Para la resolución del presente recurso de casación para la unificación de doctrina debe seguirse la doctrina establecida por la reciente sentencia de esta Sala de 8 de mayo de 2000, seguida por la de 16 de mayo siguiente, entre otras, que resuelve un asunto exactamente idéntico, procedente de la misma Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, sede Valladolid y en la que se invocaba como contradictoria la misma que en el presente recurso.

La parte que ahora recurre formuló demanda frente a la Administración General del Estado -Ministerio de Educación y Cultura-, con la pretensión de que en sentencia se declarara que la relación que vincula a ambas partes litigantes es de carácter laboral, condenando al Ministerio de Educación y Cultura a la formalización del correspondiente contrato de trabajo, a dar de alta a la actora en la Seguridad Social como trabajadora por cuenta ajena y al abono de determinadas diferencias económicas en la retribución. El Juzgado de lo Social dictó una primera sentencia estimando íntegramente la demanda, pero interpuesto recurso de suplicación contra dicha resolución, fue estimado por la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, declarando la concurrencia de falta de litisconsorcio pasivo necesario, reponiendo las actuaciones al trámite de la admisión de la demanda, a fin de que se advirtiera a la actora sobre la necesidad de ampliar la demanda frente al Obispado de Astorga, lo que hizo en tiempo y forma. De nuevo dictó sentencia el Juzgado de lo Social el 9 de marzo de 1999, estimando todas las pretensiones deducidas en la demanda y declarando la existencia de relación laboral entre la actora y el Ministerio de Educación y Cultura, condenando a la Administración del Estado a formalizar el contrato de tal clase y, además de otros pronunciamientos, al abono de diferencias retributivas, absolviendo al Obispado.

Contra aquella resolución interpuso recurso de suplicación el Abogado del Estado en la representación que ostenta, y la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León dictó nueva sentencia con fecha 6 de julio de 1999 que estimó el recurso y revocó parcialmente el pronunciamiento de la sentencia de instancia para absolver de la demanda a la parte que había recurrido. El fallo de dicha sentencia, aunque diga que revoca parcialmente la recurrida, lo que en realidad hace es desestimar íntegramente la demanda en todas las peticiones que formulaba frente al Ministerio de Educación y Cultura, en el entendimiento de que no hay relación laboral alguna que vincule a la demandante con dicho Ministerio.

SEGUNDO.- Quien recurre ahora en casación para la unificación de doctrina es la parte demandante, volviendo a reiterar cuanto había solicitado frente al Ministerio de Educación y Cultura, pero sin formular peticiones concretas contra el Obispado de Astorga. Para la contradicción se señala la sentencia de la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Madrid de 7 de abril de 1998, con la que se aprecia, sin duda alguna, la contradicción prevista en el artículo 217 de la Ley de Procedimiento Laboral para abrir el cauce a este recurso, porque también en aquella ocasión se trataba de reclamaciones de profesores de Religión y Moral Católica de centros públicos de Educación Primaria, que pedían la diferencia entre la retribución que habían percibido y la que el centro de enseñanza abonaba a los profesores interinos, y también allí, al igual que aquí, se cuestionó y resolvió sobre la naturaleza jurídica de la relación existente entre las partes, con la sustancial diferencia de que la sentencia de contraste la calificó de laboral y la recurrida llegó a la solución contraria en supuesto de identidad esencial, y por eso se hace necesario unificar la doctrina quebrantada.

TERCERO.- Dado que la resolución recurrida niega la existencia de relación laboral entre la demandante y el Ministerio de Educación y Cultura, el única motivo del recurso de casación para la unificación de doctrina denuncia infracción del artículo 1, números 1 y 2 del Estatuto de los Trabajadores, en relación con los artículos II, III y VII del Acuerdo celebrado entre el Estado español y la Santa Sede sobre enseñanza y asuntos culturales de 3 de enero de 1979, así como del Convenio de 20 de mayo de 1993, sobre el régimen económico de las personas encargadas de la enseñanza de la Religión Católica en los Centros Públicos de Educación Primaria.

La solución que reclama el recurso así planteado exige dar respuesta a dos interrogaciones: en primer lugar, habrá que determinar la naturaleza de la prestación de la recurrente y, en el supuesto de que se entendiera que es de carácter laboral, deberá precisarse si la otra parte contratante es alguno de los entes demandados, pero se adelanta ya que, si se llegara a decidir la controversia de conformidad con la primera petición de la demanda, y se declarara la existencia de una relación laboral, ello no implica la necesidad de aclarar la modalidad contractual a la que pertenece, si de carácter temporal o indefinida, porque esta cuestión ni se suscitó en la instancia ni tampoco en este trámite.

CUARTO.- Para averiguar si es o no apreciable el carácter laboral de la relación que mantienen entre sí los litigantes, es forzoso partir de las circunstancias particulares que concurren en este caso, así como del contenido de la prestación, contrastando esa realidad y con las disposiciones específicas, en primer lugar, y con la normativa general después.

La prueba practicada arrojó el resultado que la sentencia recurrida relata en sus antecedentes de hecho y en su fundamentación jurídica que, en síntesis, revelan que la demandante viene prestando servicios como profesora de Religión y Moral Católica en un Colegio Público de Enseñanza Primaria, desde el 1 de septiembre de 1994, desempeñando su trabajo en las mismas condiciones que el resto de los profesores del centro, está sometida al régimen general disciplinario de los directivos del centro, figurando incluida en el Libro de faltas de asistencia junto a los demás profesores; su labor es objeto de inspección por parte del Ministerio de Educación y Cultura, que supervisa el horario y el programa previsto y forma parte, a todos los efectos, del claustro de profesores, pudiendo elegir y ser elegida en los Consejos escolares. Al igual que el resto del profesorado que imparte clases de Religión y Moral Católica, la demandante ha de ser propuesta por el Ordinario Diocesano a la Autoridad Académica competente, que es quien realiza la designación y el correspondiente nombramiento; la Administración transfiere mensualmente a la Autoridad eclesiástica las cantidades correspondientes al coste íntegro de la actividad docente prestada por las personas propuestas por el ordinario del lugar y designadas por la Autoridad académica.

La realidad reflejada en las particularidades expuestas evidencia la naturaleza laboral de la relación, al concurrir todos los requisitos previstos a tal fin por el artículo 1 del Estatuto de los Trabajadores, es decir, prestación voluntaria de servicios en beneficio de un tercero, a cambio de una compensación económica y dentro del ámbito de organización y dirección de un empleador o empresario, es decir, se dan las notas de voluntariedad, ajeneidad, retribución y sometimiento a una organización empresarial docente, consecuencia que en realidad no descarta de manera absoluta la sentencia recurrida, aunque niegue que la vinculación de la actora en el ámbito de tal relación la sitúe en el marco empresarial del Ministerio de Educación y Ciencia. Por otro lado, no hay base de hecho alguna que permita entender que dicha relación jurídica sea de carácter público, funcionarial o administrativo, en los términos previstos en el artículo 1.3, a) de la ley estatutaria.

QUINTO.- Aclarado ese primer aspecto del problema, hay que ver ahora cuál de los dos demandados es el verdadero empresario de la actora, para lo que se toma en cuenta la normativa específica en la materia, y también la prevista con carácter general en el Estatuto de los Trabajadores.

El punto de arranque de esas reglas la marcó el Acuerdo sobre la Enseñanza y Asuntos Culturales, suscrito el 3 de enero de 1979 entre el Estado Español y la Santa Sede, ratificado por Instrumento de 4 de diciembre de 1979, en cuyo art. II previó la inclusión en los planes educativos de la enseñanza de la Religión Católica en todos los centros de educación, en condiciones equiparables a las demás disciplinas fundamentales. El artículo III del Acuerdo dispone que "la enseñanza religiosa será impartida por las personas que, para cada año escolar, sean designadas por la autoridad académica entre aquellas que el de Ordinario Diocesano proponga para ejercer esta enseñanza. Con antelación suficiente, el Ordinario Diocesano comunicará los nombres de los profesores y personas que sean consideradas competentes para dicha enseñanza", y el art. VII establece que "La situación económica de los profesores de Religión Católica, en los distintos niveles educativos que no pertenezcan a los cuerpos docentes del Estado, se concertará entre la Administración Central y la Conferencia Episcopal Española, con objeto de que sean de aplicación a partir de la entrada en vigor del presente Acuerdo", es decir, del 4 de diciembre de 1979, fecha del canje de los respectivos Instrumentos de Ratificación.

Por su parte la Orden de 26 de septiembre de 1979 estableció que "las remuneraciones de los profesores de formación religiosa de los Centros Oficiales de Bachillerato serán análogas a las establecidas para el profesorado interino de dicho nivel educativo"; para la enseñanza primaria, la orden de 16 de julio de 1980, dictada en desarrollo del Acuerdo de 3 de enero de 1979, dispone que "Al comienzo del curso escolar el Ordinario Diocesano y el Delegado Provincial de Educación, o los representantes de ambos, procederán, respectivamente, a la propuesta y designación de los profesores que hayan de impartir la enseñanza de la Religión y Moral Católicas en todos los Centros Públicos de Educación Preescolar y Educación General Básica, tanto en su modalidad ordinaria como en las de Educación Especial y Educación Permanente de Adultos, de sus circunscripciones".

El Convenio sobre régimen económico de las personas encargadas de la enseñanza de la Religión Católica en los Centros Públicos de Educación Primaria, que es el nivel en el que viene impartiendo enseñanza la recurrente, publicado en virtud de Orden de 9 de septiembre de 1993, y referido a las personas que, no siendo personal docente de la Administración, cada año escolar sean propuestas por el Ordinario del lugar y designados por la autoridad académica, dispone en su cláusula segunda que "el Estado asume la financiación de la enseñanza de la Religión Católica en los Centros Públicos de Educación General Básica y Educación Primaria. Las Diócesis prestarán su colaboración en orden a hacer efectiva esta financiación por el Estado. A tal fin, la Administración pública transferirá mensualmente a la Conferencia Episcopal las cantidades globales correspondientes al coste íntegro de la actividad prestada por las personas propuestas por el Ordinario del lugar y designadas por la autoridad académica para la enseñanza de la Religión Católica".

SEXTO.- Toda esa normativa pone de manifiesto que el verdadero empleador de los profesores de religión es el Ministerio de Educación y Cultura, por ser el destinatario de los servicios que le presta este personal; planifica, organiza y controla el trabajo; ejerce la potestad disciplinaria y son de su cargo todos los gastos que con ello se ocasionen y, sobre todo, es el obligado a remunerar a este profesorado, pues si bien debe poner los fondos necesarios a disposición de la Conferencia Episcopal Española, la autoridad eclesiástica limita su intervención a la de simple pagador por cuenta de otro o distribuidor de los fondos recibidos. Además, la designación y el nombramiento de estos profesores se lleva a cabo por la autoridad docente del Estado, reservándose la jerarquía eclesiástica la única facultad de presentar los candidatos que considere más idóneos para impartir esta enseñanza, pero quien realmente crea el vínculo jurídico es la Administración del Estado al efectuar la designación y el nombramiento de cada trabajador.

Si con los anteriores argumentos no quedaran disipadas todas las dudas que pudieran abrigarse al respecto, la situación está hoy perfectamente clarificada con la entrada en vigor del Convenio sobre el régimen económico-laboral de las personas que, no perteneciendo a los Cuerpos de Funcionarios Docentes, están encargadas de la enseñanza de la Religión Católica en los Centros Públicos de Educación Infantil, de Educación Primaria y de Educación Secundaria, que sustituye al Convenio de 20 de mayo de 1993, y que ha sido publicado por Orden de 9 de abril de 1999, en cuya cláusula quinta dispone que "Los profesores encargados de la enseñanza de la religión católica a los que se refiere el presente Convenio prestarán su actividad, en régimen de contratación laboral, de duración determinada y coincidente con el curso o año escolar, a tiempo completo o parcial y quedarán encuadrados en el Régimen General de la Seguridad Social al que serán incorporados los profesores de Educación Infantil y de Educación Primaria que aún no lo estén. A los efectos anteriores, la condición de empleador corresponderá a la respectiva Administración educativa. Transitoriamente, en tanto no se lleve a cabo el traspaso de los profesores de religión católica, de Educación Infantil, de Educación Primaria y de Educación Secundaria a la correspondiente Administración educativa, el Ministerio de Educación y Cultura asume, respecto de estos profesores, la condición de empleador a los efectos previstos en el apartado anterior".

SEPTIMO.- A la conclusión que conducen las anteriores reflexiones es la de calificar como laboral por cuenta ajena la relación que mantiene la demandante, como profesora de Religión en Centro de Educación Primaria, y que esa relación le vincula con el Ministerio de Educación y Cultura como empleador. En este sentido y con tal alcance se estima el recurso de casación para la unificación de doctrina interpuesto por la actora, pero hay que advertir que, por las limitaciones que impone la naturaleza extraordinaria de este recurso, la Sala solamente entra a resolver, en el trámite del recurso de suplicación, sobre la calificación de la relación jurídica y vinculación de las partes, que es lo único que decidió la sentencia recurrida, estimando con tal alcance este recurso, pero devolviendo las actuaciones a la Sala de lo Social para que se pronuncie sobre la reclamación que contiene la demanda en relación con diferencias salariales, pues estimada esta petición por la sentencia de instancia, no fue resuelta en suplicación; se llega a esta solución porque sobre esos dos puntos concretos se puede apreciar la contradicción que hace viable el recurso de casación para la unificación de doctrina, pero no así sobre los restantes puntos controvertidos en el litigio, que no tienen paralelismo alguno con el supuesto que resolvió la sentencia de contraste, de manera que la Sala no puede pronunciarse sobre los mismos, ni siquiera sobre una posible acumulación indebida de acciones. Por eso, de conformidad con el dictamen del Ministerio Fiscal se estima el recurso, sin hacer especial pronunciamiento sobre costas.

FALLAMOS

Estimamos en parte el recurso de casación para la unificación de doctrina interpuesto por el Letrado D. M.A.G., en nombre y representación de Dª M.F.D. contra la sentencia de la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León, sede en Valladolid de 6 de julio de 1999. Casamos y anulamos dicha sentencia y, resolviendo el recurso de suplicación interpuesto por el Abogado del Estado contra la sentencia del Juzgado de lo Social nº 2 de Ponferrada de 9 de marzo de 1999, desestimamos dicho recurso en el pronunciamiento que la sentencia recurrida contiene al declarar que la relación que une a la actora con el Ministerio de Educación y Cultura es de carácter laboral, devolviendo las actuaciones a la Sala de lo Social de procedencia para que resuelva el recurso de suplicación en lo demás, sin especial pronunciamiento sobre las costas.

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